carta al supervisor del tren

Estimado supervisor:

Le escribo para contarle la historia completa de nuestro encuentro de ayer. Mire, cuando llegué a la estación de Madrid Puerta de Atocha casi tres horas antes de la salida de mi tren, pensé que en lugar de leerme dos revistas escuchando mi ipod sentada en un banco de la estación lo mejor sería intentar cambiar el billete para el tren justo anterior que salía cuarenta y cinco minutos después.
Bien, a eso me dispuse con un resultado poco satisfactorio, un gran cartel en la sala llena de gente anunciaba que el tren de las 13.50h estaba completo. Vaya, plan frustrado pensé. Rápidamente la segunda opción surgió en mi cerebro: me voy a la cola y finjo que no sé que mi billete es para el siguiente tren. Mecachis, inteligente y observadora azafata rechaza mi billete y amablemente me sugiere que si quiero pasar que lo comente con usted señor supervisor.
A todo esto el tren de las 13.50h estaba a punto de ir retrasado rompiendo el lema de la alta velocidad española...
Con toda amabilidad le pregunté, señor supervisor, si podía pasar al tren a lo que usted sin atender a ninguna razón y con vehemencia y dudable educación respondió con un rotundo no. Herido mi amor propio y con el placer que me provoca colarme en algunos sitios, me dispuse a dejarle a la altura del betún y lo logré, pasé delante del revisor que alegremente pedía los billetes, pero que menos atento que la primera azafata, no advirtió que el mío no era para ese tren. Me quedé entre dos vagones mientras la gente se acomodaba en sus sitios, usted pasó a mi lado mientras yo disimulaba con mi móvil y se iba dibujando en mi cara la sonrisa de la victoria... a los pocos minutos me senté en el asiento 12C del vagón 2 y usted volvió a pasar dos veces más por mi lado haciendome sentir una profunda satisfacción.

Lo siento señor supervisor, podría simplemente haber sido más amable conmigo y sin duda no me habría mofado de usted.

Sin otro particular, se despide atentamente

TAG